¿Construyendo comunidad de barrio? : mixtura y cohesión social en los proyectos de integración social en Chile

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2019
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Abstract
La mixtura social, como estrategia para combatir la segregación socioresidencial, ha comenzado a tomarse la agenda urbana latinoamericana. Chile ha sido el primer país en este continente en institucionalizar a nivel nacional una política habitacional con tales fines. Esto lo ha hecho a través de los llamados Proyectos de Integración social que tienen entre sus objetivos promover la cohesión social a través de la proximidad de familias de diferente condición socioeconómica. Para conseguir esto, el tradicional enfoque de apoyo a personas que ha seguido Chile durante las últimas cuatro décadas, ha comenzado a permitir e incentivar la mezcla de subsidios habitacionales dirigidos a familias de diferentes niveles de ingreso en un mismo vecindario. Aunque con un comienzo dubitativo, los Proyectos de Integración social se han convertido en un pilar estructural de la acción del Ministerio de Vivienda. Sin embargo, sus condiciones de construcción parecen estar promoviendo una mixtura social restringida, como así mismo una localización más bien periférica en entornos débilmente dotados de espacios para el encuentro. Entendiendo que la proximidad no genera mecánicamente cohesión social, esta tesis busca entender la manera en que la mixtura social y las características del vecindario y del entorno en el cual se localizan los Proyectos de Integración social impactan en la cohesión social de barrio. Para avanzar en este propósito, se emplearon como casos de estudio dos barrios localizados en la periferia sur de Santiago: San Alberto de Casas Viejas y Juvencio Valle.Teóricamente la tesis avanza en dos direcciones. Primero, ofrece una aproximación dialéctica al estudio de la cohesión social de barrio. Para ello, se define este fenómeno a partir de dos dimensiones constituyentes —sociabilidad y sentido de pertenencia— cuyas relaciones pueden manifestarse de maneras paradójicas. Aquella condición otorga flexibilidad al análisis de este concepto y colabora en la superación de aproximaciones más románticas de la cohesión social. Segundo, se avanza en una comprensión dialéctica respecto a la relación entre diversidad socioeconómica y construcción de comunidades de barrio. Se cuestionan aquellas aproximaciones y teorías que, por un lado, rechazan la posibilidad de que la mixtura de clases derive en cohesión social y construya comunidades, como también, por otro lado, se critica a aquellas que apoyan ciegamente este tipo de medidas. Como alternativa, se rescatan algunas teorías influenciadas por un enfoque bourdeano que explican lo que ocurre con la cohesión social en estos contextos de manera más contradictoria, pero sin apoyar o negar per se la posibilidad de que en contextos de diversidad socioeconómica la comunidad de barrio emerja. Basado en una metodología mixta de enfoque preferentemente cualitativo, los principales hallazgos de esta investigación son tres. El primero es que la diversidad socioeconómica que promueven los proyectos de integración social, como así mismo la composición social de los entornos en los que se insertan, limitan las posibilidades de producir sociabilidades mixtas, pudiendo ello en el mediano y largo plazo condicionar las posibilidades de desarrollo del llamado “efecto barrio”. Segundo, que el esporádico contacto entre residentes no es una consecuencia de las diversidad socioeconómica o el clasismo, sino que es más bien una condición propia de lo que los residentes llaman “buen vecino”: una persona que aunque dispuesta a colaborar, no se entromete en la vida de los demás. Eso si, lo anterior no niega la existencia de conflictos. Al respecto, se analizan algunos conflictos aspiracionales que mezclan dimensiones cotidianas, morales y de clase y que delinean ciertas distinciones internas al interior de los barrios, pero que no ponen en riesgo la estabilidad de la comunidad. Y tercero, que en un contexto donde el grueso de la población se define como clase media, la estética y las condiciones físicas y sociales del vecindario y su entorno son fundamentales desde el punto de vista cultural, dado que ayudan a consolidar la identidad de clase de la población. En estas circunstancias, la localización de los Proyectos de Integración social es de suma importancia en la temporalidad con las que se manifiesta el sentido de pertenencia al barrio. Los resultados revelan algunos problemas con los que opera actualmente la política de vivienda que promueve la mixtura social en Chile, como así mismo, permiten argumentar a favor de un cambio en el enfoque sobre el cual esta funciona, la que debe pasar desde el apoyo a personas —sobre el cual está actualmente soportada— a un apoyo más activo a los lugares, especialmente con el fin de promover el sentido de pertenencia.La mixtura social, como estrategia para combatir la segregación socioresidencial, ha comenzado a tomarse la agenda urbana latinoamericana. Chile ha sido el primer país en este continente en institucionalizar a nivel nacional una política habitacional con tales fines. Esto lo ha hecho a través de los llamados Proyectos de Integración social que tienen entre sus objetivos promover la cohesión social a través de la proximidad de familias de diferente condición socioeconómica. Para conseguir esto, el tradicional enfoque de apoyo a personas que ha seguido Chile durante las últimas cuatro décadas, ha comenzado a permitir e incentivar la mezcla de subsidios habitacionales dirigidos a familias de diferentes niveles de ingreso en un mismo vecindario. Aunque con un comienzo dubitativo, los Proyectos de Integración social se han convertido en un pilar estructural de la acción del Ministerio de Vivienda. Sin embargo, sus condiciones de construcción parecen estar promoviendo una mixtura social restringida, como así mismo una localización más bien periférica en entornos débilmente dotados de espacios para el encuentro. Entendiendo que la proximidad no genera mecánicamente cohesión social, esta tesis busca entender la manera en que la mixtura social y las características del vecindario y del entorno en el cual se localizan los Proyectos de Integración social impactan en la cohesión social de barrio. Para avanzar en este propósito, se emplearon como casos de estudio dos barrios localizados en la periferia sur de Santiago: San Alberto de Casas Viejas y Juvencio Valle.Teóricamente la tesis avanza en dos direcciones. Primero, ofrece una aproximación dialéctica al estudio de la cohesión social de barrio. Para ello, se define este fenómeno a partir de dos dimensiones constituyentes —sociabilidad y sentido de pertenencia— cuyas relaciones pueden manifestarse de maneras paradójicas. Aquella condición otorga flexibilidad al análisis de este concepto y colabora en la superación de aproximaciones más románticas de la cohesión social. Segundo, se avanza en una comprensión dialéctica respecto a la relación entre diversidad socioeconómica y construcción de comunidades de barrio. Se cuestionan aquellas aproximaciones y teorías que, por un lado, rechazan la posibilidad de que la mixtura de clases derive en cohesión social y construya comunidades, como también, por otro lado, se critica a aquellas que apoyan ciegamente este tipo de medidas. Como alternativa, se rescatan algunas teorías influenciadas por un enfoque bourdeano que explican lo que ocurre con la cohesión social en estos contextos de manera más contradictoria, pero sin apoyar o negar per se la posibilidad de que en contextos de diversidad socioeconómica la comunidad de barrio emerja. Basado en una metodología mixta de enfoque preferentemente cualitativo, los principales hallazgos de esta investigación son tres. El primero es que la diversidad socioeconómica que promueven los proyectos de integración social, como así mismo la composición social de los entornos en los que se insertan, limitan las posibilidades de producir sociabilidades mixtas, pudiendo ello en el mediano y largo plazo condicionar las posibilidades de desarrollo del llamado “efecto barrio”. Segundo, que el esporádico contacto entre residentes no es una consecuencia de las diversidad socioeconómica o el clasismo, sino que es más bien una condición propia de lo que los residentes llaman “buen vecino”: una persona que aunque dispuesta a colaborar, no se entromete en la vida de los demás. Eso si, lo anterior no niega la existencia de conflictos. Al respecto, se analizan algunos conflictos aspiracionales que mezclan dimensiones cotidianas, morales y de clase y que delinean ciertas distinciones internas al interior de los barrios, pero que no ponen en riesgo la estabilidad de la comunidad. Y tercero, que en un contexto donde el grueso de la población se define como clase media, la estética y las condiciones físicas y sociales del vecindario y su entorno son fundamentales desde el punto de vista cultural, dado que ayudan a consolidar la identidad de clase de la población. En estas circunstancias, la localización de los Proyectos de Integración social es de suma importancia en la temporalidad con las que se manifiesta el sentido de pertenencia al barrio. Los resultados revelan algunos problemas con los que opera actualmente la política de vivienda que promueve la mixtura social en Chile, como así mismo, permiten argumentar a favor de un cambio en el enfoque sobre el cual esta funciona, la que debe pasar desde el apoyo a personas —sobre el cual está actualmente soportada— a un apoyo más activo a los lugares, especialmente con el fin de promover el sentido de pertenencia.La mixtura social, como estrategia para combatir la segregación socioresidencial, ha comenzado a tomarse la agenda urbana latinoamericana. Chile ha sido el primer país en este continente en institucionalizar a nivel nacional una política habitacional con tales fines. Esto lo ha hecho a través de los llamados Proyectos de Integración social que tienen entre sus objetivos promover la cohesión social a través de la proximidad de familias de diferente condición socioeconómica. Para conseguir esto, el tradicional enfoque de apoyo a personas que ha seguido Chile durante las últimas cuatro décadas, ha comenzado a permitir e incentivar la mezcla de subsidios habitacionales dirigidos a familias de diferentes niveles de ingreso en un mismo vecindario. Aunque con un comienzo dubitativo, los Proyectos de Integración social se han convertido en un pilar estructural de la acción del Ministerio de Vivienda. Sin embargo, sus condiciones de construcción parecen estar promoviendo una mixtura social restringida, como así mismo una localización más bien periférica en entornos débilmente dotados de espacios para el encuentro. Entendiendo que la proximidad no genera mecánicamente cohesión social, esta tesis busca entender la manera en que la mixtura social y las características del vecindario y del entorno en el cual se localizan los Proyectos de Integración social impactan en la cohesión social de barrio. Para avanzar en este propósito, se emplearon como casos de estudio dos barrios localizados en la periferia sur de Santiago: San Alberto de Casas Viejas y Juvencio Valle.Teóricamente la tesis avanza en dos direcciones. Primero, ofrece una aproximación dialéctica al estudio de la cohesión social de barrio. Para ello, se define este fenómeno a partir de dos dimensiones constituyentes —sociabilidad y sentido de pertenencia— cuyas relaciones pueden manifestarse de maneras paradójicas. Aquella condición otorga flexibilidad al análisis de este concepto y colabora en la superación de aproximaciones más románticas de la cohesión social. Segundo, se avanza en una comprensión dialéctica respecto a la relación entre diversidad socioeconómica y construcción de comunidades de barrio. Se cuestionan aquellas aproximaciones y teorías que, por un lado, rechazan la posibilidad de que la mixtura de clases derive en cohesión social y construya comunidades, como también, por otro lado, se critica a aquellas que apoyan ciegamente este tipo de medidas. Como alternativa, se rescatan algunas teorías influenciadas por un enfoque bourdeano que explican lo que ocurre con la cohesión social en estos contextos de manera más contradictoria, pero sin apoyar o negar per se la posibilidad de que en contextos de diversidad socioeconómica la comunidad de barrio emerja. Basado en una metodología mixta de enfoque preferentemente cualitativo, los principales hallazgos de esta investigación son tres. El primero es que la diversidad socioeconómica que promueven los proyectos de integración social, como así mismo la composición social de los entornos en los que se insertan, limitan las posibilidades de producir sociabilidades mixtas, pudiendo ello en el mediano y largo plazo condicionar las posibilidades de desarrollo del llamado “efecto barrio”. Segundo, que el esporádico contacto entre residentes no es una consecuencia de las diversidad socioeconómica o el clasismo, sino que es más bien una condición propia de lo que los residentes llaman “buen vecino”: una persona que aunque dispuesta a colaborar, no se entromete en la vida de los demás. Eso si, lo anterior no niega la existencia de conflictos. Al respecto, se analizan algunos conflictos aspiracionales que mezclan dimensiones cotidianas, morales y de clase y que delinean ciertas distinciones internas al interior de los barrios, pero que no ponen en riesgo la estabilidad de la comunidad. Y tercero, que en un contexto donde el grueso de la población se define como clase media, la estética y las condiciones físicas y sociales del vecindario y su entorno son fundamentales desde el punto de vista cultural, dado que ayudan a consolidar la identidad de clase de la población. En estas circunstancias, la localización de los Proyectos de Integración social es de suma importancia en la temporalidad con las que se manifiesta el sentido de pertenencia al barrio. Los resultados revelan algunos problemas con los que opera actualmente la política de vivienda que promueve la mixtura social en Chile, como así mismo, permiten argumentar a favor de un cambio en el enfoque sobre el cual esta funciona, la que debe pasar desde el apoyo a personas —sobre el cual está actualmente soportada— a un apoyo más activo a los lugares, especialmente con el fin de promover el sentido de pertenencia.La mixtura social, como estrategia para combatir la segregación socioresidencial, ha comenzado a tomarse la agenda urbana latinoamericana. Chile ha sido el primer país en este continente en institucionalizar a nivel nacional una política habitacional con tales fines. Esto lo ha hecho a través de los llamados Proyectos de Integración social que tienen entre sus objetivos promover la cohesión social a través de la proximidad de familias de diferente condición socioeconómica. Para conseguir esto, el tradicional enfoque de apoyo a personas que ha seguido Chile durante las últimas cuatro décadas, ha comenzado a permitir e incentivar la mezcla de subsidios habitacionales dirigidos a familias de diferentes niveles de ingreso en un mismo vecindario. Aunque con un comienzo dubitativo, los Proyectos de Integración social se han convertido en un pilar estructural de la acción del Ministerio de Vivienda. Sin embargo, sus condiciones de construcción parecen estar promoviendo una mixtura social restringida, como así mismo una localización más bien periférica en entornos débilmente dotados de espacios para el encuentro. Entendiendo que la proximidad no genera mecánicamente cohesión social, esta tesis busca entender la manera en que la mixtura social y las características del vecindario y del entorno en el cual se localizan los Proyectos de Integración social impactan en la cohesión social de barrio. Para avanzar en este propósito, se emplearon como casos de estudio dos barrios localizados en la periferia sur de Santiago: San Alberto de Casas Viejas y Juvencio Valle.Teóricamente la tesis avanza en dos direcciones. Primero, ofrece una aproximación dialéctica al estudio de la cohesión social de barrio. Para ello, se define este fenómeno a partir de dos dimensiones constituyentes —sociabilidad y sentido de pertenencia— cuyas relaciones pueden manifestarse de maneras paradójicas. Aquella condición otorga flexibilidad al análisis de este concepto y colabora en la superación de aproximaciones más románticas de la cohesión social. Segundo, se avanza en una comprensión dialéctica respecto a la relación entre diversidad socioeconómica y construcción de comunidades de barrio. Se cuestionan aquellas aproximaciones y teorías que, por un lado, rechazan la posibilidad de que la mixtura de clases derive en cohesión social y construya comunidades, como también, por otro lado, se critica a aquellas que apoyan ciegamente este tipo de medidas. Como alternativa, se rescatan algunas teorías influenciadas por un enfoque bourdeano que explican lo que ocurre con la cohesión social en estos contextos de manera más contradictoria, pero sin apoyar o negar per se la posibilidad de que en contextos de diversidad socioeconómica la comunidad de barrio emerja. Basado en una metodología mixta de enfoque preferentemente cualitativo, los principales hallazgos de esta investigación son tres. El primero es que la diversidad socioeconómica que promueven los proyectos de integración social, como así mismo la composición social de los entornos en los que se insertan, limitan las posibilidades de producir sociabilidades mixtas, pudiendo ello en el mediano y largo plazo condicionar las posibilidades de desarrollo del llamado “efecto barrio”. Segundo, que el esporádico contacto entre residentes no es una consecuencia de las diversidad socioeconómica o el clasismo, sino que es más bien una condición propia de lo que los residentes llaman “buen vecino”: una persona que aunque dispuesta a colaborar, no se entromete en la vida de los demás. Eso si, lo anterior no niega la existencia de conflictos. Al respecto, se analizan algunos conflictos aspiracionales que mezclan dimensiones cotidianas, morales y de clase y que delinean ciertas distinciones internas al interior de los barrios, pero que no ponen en riesgo la estabilidad de la comunidad. Y tercero, que en un contexto donde el grueso de la población se define como clase media, la estética y las condiciones físicas y sociales del vecindario y su entorno son fundamentales desde el punto de vista cultural, dado que ayudan a consolidar la identidad de clase de la población. En estas circunstancias, la localización de los Proyectos de Integración social es de suma importancia en la temporalidad con las que se manifiesta el sentido de pertenencia al barrio. Los resultados revelan algunos problemas con los que opera actualmente la política de vivienda que promueve la mixtura social en Chile, como así mismo, permiten argumentar a favor de un cambio en el enfoque sobre el cual esta funciona, la que debe pasar desde el apoyo a personas —sobre el cual está actualmente soportada— a un apoyo más activo a los lugares, especialmente con el fin de promover el sentido de pertenencia.
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Tesis (Doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos)--Pontificia Universidad Católica de Chile, 2019
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