Edificio errante : una investigación sobre el diseño de sistemas cerrados y la posibilidad de su apertura mediante la interpretación de sus fundaciones : el enigmático caso del invernadero victoriano de Enrique Meiggs, la duda sobre su autoría, la inexistencia de su planimetría original y la posibilidad de un rescate patrimonial alternativo

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2021
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Durante el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX, el lado occidental del mundo se encontraba en un auge industrial sin precedentes, la utilización del hierro y posteriormente del fierro fundido transformó la manera de ocupación del ser humano frente al territorio. La ingeniería y la arquitectura se enfrentaban a nuevas maneras de pensar y producir edificios. Problemas de escala, climatización, prefabricación y montaje, eran algunos de los tópicos disciplinares en boga. Tanto así, que en 1851 un joven jardinero británico presentó en la Gran Exposición de Gran Bretaña un pabellón de cristal de 72.000 m2 que en palabras del teórico y crítico Nikolaus Pevsner, fue “la primera gran huida de los estilos arquitectónicos”. Contemporáneo y al otro lado del atlántico, en 1868 se comenzaba el montaje en Chile, del primer edificio prefabricado en Escocia; el Mercado Central. Aquel proceso de fundición, arme, desarme, embalaje, traslado, desembalaje y montaje final, hizo posible su adquisición cuando era imposible fabricarlos en el país, debido a la inexistencia de hornos metalúrgicos. La adquisición de estos gracias a la burguesía inmigrante, conformaba a inicios del siglo XX en Santiago, una familia de edificios viajeros, los cuales para ser armados en su lugar “definitivo”, resultaron dependientes a un zócalo capaz de otorgar un nivel horizontal donde montar las foráneas piezas. La alta sofisticación conseguida, no lograba emanciparse del sitio de llegada, transformando a la mampostería y la albañilería in situ, en recursos vitales para dar estabilidad y fijación a la indagación inventiva de aquellos tiempos. Se plantea ahondar en dicha distancia, donde el sitio de emplazamiento es marginado del proceso de diseño arquitectónico, estableciendo que solo por la conformación de reglas y órdenes internos de posición y cantidad de sus partes, es que la arquitectura de cristal era posible de realizar. El zócalo, ubicado entre las irregularidades del sitio y las piezas prefabricadas, es puesto en valor ya no como una negación a la topografía, sino mas bien como un interlocutor entre la pieza diseñada y sus lugares de aplicación. Dicho esto, es que el caso del Invernadero abandonado del parque Quinta normal, Monumento Histórico desde el 2009, resulta ser un enigma a revisar dentro de los edificios viajeros del Santiago pre moderno. Su estructura y envolvente, sin dato preciso de quien lo hizo y paradero de sus planos originales, se presenta como una versión genérica y exportable de los Palacios de cristal europeos2 , la cual cede su autoría a lo industrial3 , arrojando al presente objeto encontrado4 , como una oportunidad de registro, revalorización y reproducción arquitectónica que hoy en día precisa el Invernadero. Esto supone que, al decretar su mantención física, se asume la reposición de piezas reproducidas gracias al molde que el proceso demanda. La presente tesis proyectual, plantea la interrogante por cuál es la estrategia de rescate patrimonial que debería aplicarse al intervenir una ruina prefabricada de estilo victoriano; si corresponde a una figura única e irrepetible, o a un complejo sistema constructivo abierto a posibles utilidades según nuevas variables de emplazamiento, programa y dotación climática a las desarrolladas por su zócalo hasta el día de hoy.
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Tesis (Arquitecto y Magíster en Arquitectura)--Pontificia Universidad Católica de Chile, 2021
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