Asilos del cuerpo, interiores del desnudo

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2021
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El asilo es un espacio en que el cuerpo encuentra amparo frente a la ciudad, y la histórica aplicación de distintas formas de censura y la imposición forzosa de la categorización de conductas que debemos aceptar como válidas o correctas, sobre aquellas mal vistas y poco decorosas. Estos espacios se materializan en interiores escondidos y repartidos por la ciudad, que hacen frente a la persecución de las libertades de estos cuerpos. El desnudo es la expresión más pura del ser humano, en donde no existen distinciones mas que las naturales diferencias biológicas, proporcionando así un campo abierto al reconocimiento de la otredad. La censura hacia esta condición del cuerpo ha terminado por definir el límite entre lo íntimo y lo colectivo, y por extensión, lo privado y lo público. La existencia de estos asilos en la ciudad, si bien busca ser marginada, no es novedad alguna, como tampoco es novedad la dependencia que cada uno de los habitantes tiene, de una u otra forma, a estos lugares. Vale la pena preguntarse entonces, ¿de qué manera la arquitectura puede operar como conciliador entre el cuerpo y la ciudad?, ¿cómo construir desde la intimidad de los rituales privados, una nueva condición de publicidad más cercana a la expresión natural del ser humano? La ficción permite ver con cierta cercanía la existencia de circuitos donde es posible eludir las contradicciones propias de la ciudad. Estos espacios, a los que Foucault llamó heterotopías, requieren de una precisa y coreografiada “liturgia” para asegurar la distancia necesaria que permitiría la liberación corporal y moral. Indistintamente, los lugares de reunión de franco-masones, las villas italianas o el baño Miraflores en el centro de Santiago, logran traducir sus visiones políticas y culturales a estrategias espaciales que se enfrentan a lo establecido o, mas bien, normalizado. El análisis de estos “espacios otros” supone la necesidad de redefinir los criterios de publicidad y privacidad, con los cuales se revisará la expresión y manifestación de la corporalidad en la ciudad. Si la industrialización, según Benjamin o Arendt, precipitó una diferenciación de la esfera privada con la pública, basada en la separación de la vivienda con el trabajo, la revisión histórica de los baños existentes en distintas culturas, demuestra una lectura distinta de la intimidad y la colectividad, en que la corporalidad que hoy acostumbramos a ligar a lo privado, es parte fundamental del quehacer público de un ciudadano, y ratifica su individualidad por sobre la multitud anónima. La lectura de Sennet permite identificar nociones, tanto en los avances tecnológicos como en la religión, que explican la constante privatización de las actividades relacionadas al cuerpo desde la ciudad antigua a nuestros días, y que ayudan a entender el hecho de que el baño, como espacio público paradigmático, se confine a las entrañas más recónditas de la ciudad contemporánea y los inmuebles que la componen. Más allá de “El pilucho” en el frontis del Estadio Nacional, resulta necesario volver al arte, a la representación de la realidad, o si se quiere, a la realidad coreografiada, para ser consciente de la pulsión que la ciudad calla y oculta. Pareciera ser que necesitamos de un fotógrafo que nos invite a desnudarnos, o de un DJ que nos invite a bailar frente al palacio de La Moneda, o de ansias de justicia y dignidad inmensas e incontrolables, para ser capaces por algunos minutos de usar nuestra corporalidad como mecanismo de expresión. Esto evidencia la escasa cultura que existe en nuestro país con respecto al cuerpo. El desnudo como práctica, a diferencia de otras naciones, no es recurrente en Chile —de toda nuestra extensión costera, solo existe una playa nudista en todo el territorio— y por ende es censurado por una sociedad patriarcal que condena lo distinto. El cuerpo, ya sea desnudo o no, sufre las incontables críticas, burlas y desaprobaciones de no seguir la norma. Cuando es distinto. Cuando no es perfecto. La intimidad radical del cuerpo desnudo y la posibilidad de dar asilo a este cuerpo en su fragilidad, configuran la materia de trabajo desde la cual dar respuesta a la pregunta sobre ¿cómo a través de la incorporación de programas públicos, en que el cuerpo desnudo es protagonista, se pueden cambiar las relaciones sociales de una ciudad que se ha empecinado en mantenerlo oculto? La lectura crítica de la morfología de la ciudad de Santiago permite ubicar espacios desde los cuales explotar la condición corporal de los individuos, con la posibilidad de expandirlo a redes espaciales de asilo. Desde el interior del centro fundacional que nos hemos acostumbrado a no ver, la arquitectura permitirá revocar la condición de fragilidad que los ideales republicanos le han asignado al cuerpo desnudo, y en el roce de tipologías opuestas, en el roce de cuerpos húmedos, el ser humano volverá a brillar libre y natural, en igualdad de condiciones, recuperando su condición de animal social que la ciudad, como manifestación física de control cultural, se ha esforzado tanto en erradicar.
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Tesis (Arquitecto y Magíster en Arquitectura)--Pontificia Universidad Católica de Chile, 2021
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