Participación política fragmentada : la compleja relación entre participación electoral y no electoral en países democráticos

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2019
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Un requisito básico para que un gobierno sea clasificado como una democracia es que la ciudadanía pueda expresar, de manera directa o indirecta, por mecanismos electorales o no electorales, sus preferencias políticas hacia los gobiernos de turno. Lo anterior implica que cuando quieren hacerse escuchar, los ciudadanos votan, pero también buscan incidir por medio de campañas, petitorios, protestas, donaciones, contacto a políticos, entre otras acciones orientadas a generar influencia en la política institucional. Uno de los supuestos que asumen muchos gobiernos es que las acciones no electorales son realizadas por ciudadanos que ya participaron por vías electorales, es decir, son acciones que vienen a ser un complemento del voto, por lo que la participación no electoral es un subconjunto de la participación electoral. Pero en todas las democracias habitan ciudadanos que participan por vías no electorales que no votan, es decir, que fragmentan su participación en su dimensión no electoral. Dicha fracción de ciudadanos puede representar una porción muy marginal, como en el caso de los países nórdicos con un porcentaje de fragmentación casi inexistente, pero también puede representar una porción significativa, como en el caso de Chile donde cerca de un tercio del total de ciudadanos que se expresan por vías no electorales no vota. Aquel tipo de ciudadano, muy propenso a manifestarse por vías no electorales pero muy reacio a hacerlo con el voto, es el centro de esta tesis. Las preguntas de investigación que se buscan resolver son, ¿de qué depende que los ciudadanos activos en participación no electoral integren, o fragmenten, dicha participación con el voto? y, en segundo lugar, ¿por qué en ciertos países los activistas tienden a integrar casi en su mayoría su participación no electoral con la electoral mientras que en otros existen porcentajes tan altos de activistas con participación fragmentada? Para responder a estas preguntas, propongo una teoría de la participación política que permita identificar el vínculo que está mediando entre la participación electoral y no electoral. Con elementos del modelo cívico voluntarista y de una serie de teorías electorales, mi argumento es que el espacio que ha servido tradicionalmente de puente entre ambas dimensiones de la participación política son las organizaciones de la sociedad civil, lugar donde los ciudadanos obtienen los recursos y motivaciones necesarios para involucrarse en acciones no electorales, pero también donde suele existir un contexto que estimula las predisposiciones normativas y sociales hacia el voto. De manera tal que, en países con participación integrada, las organizaciones de la sociedad civil son las que producen un refuerzo entre ambas dimensiones, lo que lleva a la participación integrada. La hipótesis general de este estudio es que el nivel de fragmentación de la participación política varía según cuán expuestos están los activistas de cada país a contextos que estimulen las predisposiciones subjetivas y sociales hacia el voto. En relación con esto, la fragmentación puede ocurrir por dos vías. La primera es que se trate de activistas individualizados, que no cuentan con membresías organizacionales, que tienden a la acción directa que no le rinde cuentas ni a los políticos ni a compañeros de organización. La posibilidad de fragmentación no electoral de tipo individual resulta plausible en contextos donde existe un debilitamiento del carácter asociativo de la sociedad civil pero también una expansión de las posibilidades de participación. Es decir, en contextos donde los ciudadanos tienen a su disposición mayor gama de posibilidades para expresar su malestar o apoyo hacia los miembros de la política sin necesidad de organizarse. La segunda posibilidad, algo más compleja, se produce cuando ciudadanos tienen membresía a organizaciones que logran activar a sus miembros políticamente pero no así reforzar en ellos las predisposiciones normativas y sociales hacia la política electoral. Por lo tanto, planteo que cuando hay ciudadanos organizados que llevan a cabo participación fragmentada no electoral, las organizaciones a las que pertenecen no le están promoviendo el interés por el camino electoral. Para que ocurra lo anterior, los miembros de las organizaciones de la sociedad civil deben tener un distanciamiento efectivo con la política. Ello implica que las organizaciones deben tener un distanciamiento ideológico (malestar o sensación ineficacia) y material (autonomía de recursos). Cuando la sociedad civil organizada está escindida de la política institucional y además no depende de ella para su existencia, dichos espacios sociales, fundamentales para la participación no electoral, dejan de ser un contexto que incentiva, e incluso en algunos casos desincentiva, la participación electoral. Utilizo un diseño de investigación de métodos mixtos para probar mi teoría. En una primera fase realizo un análisis estadístico de N grande que busca determinar la importancia causal de las organizaciones en canalizar y potenciar la acción electoral de quienes se expresan más allá de las urnas. Para ello, utilizo una base de datos que me permite la comparación de 22 democracias electorales con características similares entre sí, pero con alta variación en la variable dependiente (fragmentaciónintegración de la participación). Por medio de métodos de regresión multivariada utilizando efectos fijos e interceptos aleatorios, compruebo que las organizaciones son eficientes en canalizar la participación no electoral hacia el voto, excepto en un grupo de países donde quienes se expresan por vías no electorales no reaccionan a las organizaciones de la misma manera. Dentro de ellos está Chile, caso que tomo en la segunda parte del análisis para estudiarlo en profundidad y encontrar los mecanismos que llevan a que sea un país donde, en promedio, las organizaciones no estimulan el voto. A nivel subnacional extraigo evidencia de casos comparativos de organizaciones estudiantiles y laborales del sector público, ambas con acercamientos hacia la política y autonomía de recursos muy disímiles. Para el análisis cuento con 27 entrevistas semiestructuradas realizadas a dirigentes de ambos sectores de la sociedad civil y complemento con una base de datos de encuesta en marcha realizadas a protestas estudiantiles y laborales. Esta evidencia cuantitativa y cualitativa extraída de diferentes fuentes respalda las expectativas de la teoría y comprueba que en Chile ambos mecanismos de fragmentación estarían operando. Se trata de una sociedad con alta propensión a la movilización, pero con muy bajos niveles de organización y/o con organizaciones que no estimulan la participación electoral.
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Tesis (Doctor en Ciencia Política)--Pontificia Universidad Católica de Chile, 2019
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